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La leyenda del enano de Uxmal nos cuenta que, hace cientos de años, una solitaria anciana hechicera vivía en Kabah; dentro del imperio de Uxmal. No tenía hijos y mucho menos familia. Un día encontró por destino del azar un huevo especial. La anciana lo cubrió con lienzo para después colocarlo en la esquina de su hogar.

Luego de vigilarlo durante algunos días, la cáscara se rompió y apareció un niño. La anciana cuidó del niño como si fuera su propio hijo. En tan solo un año, el niño ya caminaba y hablaba. Sin embargo, nunca creció.

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Desarrollaba facciones conforme a su edad pero jamás la estatura. Con el paso del tiempo, la hechicera se percató de que su hijo era un enano. Uno muy inteligente, por cierto. Incluso se dice que aquel enano podía adivinar el futuro.

Una noche, el enano de Uxmal encontró un tunkul (instrumento de percusión de madera) y se puso a tocarlo. Según las profecías, cuando alguien tocase dicho instrumento y su sonido repercutiera por la región, ganaría el derecho al trono de Uxmal.

Al escuchar las percusiones del tunkul, el rey de la región entendió que sería el fin de su reinado, pero negado a su destino, hizo llamar al enano para confrontarlo. El gobernante sometió al enano a tres pruebas, el ganador se quedaría con el trono.

La primera, realizar un sacbé (pavimento largo, recto y elevado construido por mayas prehispánicos). El enano, preocupado, regresó a su hogar con la anciana. Le comentó acerca de la prueba y esta le dijo que le pidiera al rey poner la primera piedra del camino. Así ocurrió y, con la magia de la hechicera, el sacbé quedó listo en poco tiempo, conectando a Uxmal con la ciudad de Kabah.

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La segunda prueba fue realizar la casa más alta de la región. “De no estar terminada al amanecer, morirás”, le dijo el gobernador. El enano volvió a buscar ayuda con la que fungió como su madre. Ella lo consoló y construyó la pirámide más grande de todo Uxmal, hoy conocida como La Pirámide del Adivino.

Furioso ante el éxito del enano, el rey lo mandó a recolectar cocoyoles (fruta pequeña). “Nos golpearemos en la cabeza con ellas hasta que uno muera”, dijo el mandamás. El enano regresó por el socorro de la anciana una tercera vez y esta le frotó una tortilla de maíz en la frente.

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Posteriormente volvió a los terrenos del rey, quien fue el primero en golpear a su oponente con la cascara de la dura fruta. No obstante, el enano no sufrió daño alguno. Cambiando de roles, el pequeño desafiante golpeó la cabeza del rey y este murió, convirtiéndose así en el nuevo gobernante de Uxmal.


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