Algunos parques del centro histórico de la capital Yucateca están adornados con unos asientos-dobles color blanco que lucen de manera peculiar. Probablemente ya sepas de qué estoy hablando; las sillas confidentes.
Todo comienza en Francia
Fue durante el siglo XIX que en el país europeo surgía un nuevo diseño de asiento específico para aquellas parejas enamoradas. El mueble estaba compuesto de dos sillones contrapuestos, los respaldos se unían en forma de “S” en una sola pieza.
Incialmente fueron conocidos como “Tête-à-tête” (“cabeza con cabeza”), “vis-à-vis” (“cara a cara”) o “Loveseat” (“sillón de amor”). Según informa el sitio México desconocido.
El propósito de estas sillas era el de permitir a las parejas sentarse a conversar y nunca perder el contacto visual, pero conservando la decencia y discreción en todo momento.
Pero, ¿cómo llegó hasta México? bueno, pues en ese entonces (época del Porfiriato), las familias burguesas de Yucatán, dueñas de haciendas henequeneras adoptaron el diseño.
La moda y la arquitectura francesa, ya que representaba lujo y elegancia.
A 50km de Mérida…
Cuenta la leyenda que la ciudad de Bobolá es el sitio que vió nacer esta moda francesa.
Un padre diseñó este asiento después de enterarse que había un muchacho que deseaba cortejar a su hija. El padre, desconfiado y celoso le permitió a la pareja verse, con la condición de que estos encuentros ocurrieran en la banca de un parque.
El padre más tarde se da cuenta que en las bancas del parque aún era posible tener mucha cercanía física, por lo que adoptó el diseño francés y lo transformó en las sillas confidentes. Este nuevo modelo le aseguraría que la pareja de enamorados pudiera hablarse de cerca y mirarse a los ojos pero sin tocarse.
Diversos nombres
A este emblemático asiento se les conoce popularmente como “sillas confidentes”, “conversador”, “secretaras”, “sillas binarias” y “tú y yo”.
Varias de las sillas fueron instaladas en 1915 bajo el mandato del entonces gobernador Salvador Alvarado.
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